El llamado misionero constituye una convocatoria urgente a participar del plan redentor de Dios para la humanidad. Es un eco de la gran comisión, un mandato claro y contundente que trasciende fronteras, culturas y épocas: «Id y haced discípulos a todas las naciones» (Mateo 28:19). Reconocer y responder a este llamado es fundamental para la iglesia, definiendo su propósito y su impacto en el mundo.
La importancia del llamado misionero radica en la necesidad apremiante de compartir el Evangelio con aquellos que aún no han tenido la oportunidad de escuchar las buenas nuevas de salvación. Miles de millones de personas viven en la oscuridad espiritual, sin conocer el amor incondicional de Cristo, sin experimentar el poder transformador de su gracia.
Por la gracia de nuestro Dios se ha plantado una nueva iglesia en Llanadas. El misionero Orbis, junto a otros hermanos, han llegado hasta este lugar y han compartido el mensaje del Evangelio viendo los frutos allí. Esta nueva iglesia continúa alcanzando y discipulando, y como meta el poder continuar a otros lugares cercanos para plantar nuevas iglesias también allí.
Que cada uno de nosotros, guiados por el Espíritu Santo, examine su corazón y se pregunte: «¿Cómo puedo responder al llamado misionero en mi vida?» Que podamos unirnos en oración y acción, llevando el mensaje de esperanza y amor a cada rincón de la Tierra, hasta que toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor.