Los niños y la misión

Ha pasado tiempo desde aquel niño que se acercó a Jesús con sus 5 panes y 2 peces. También desde la frase «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el reino de los cielos pertenece a los que son como estos», o incluso más desde aquellos días en que nuestro Señor, el creador del Universo, yacía en un humilde pesebre como un niño indefenso, sin considerar el ser de la misma sustancia que el Padre como algo a lo que aferrarse y viniendo a este mundo, un pequeño fragmento de su creación, como aquel cordero inmolado, preparado ya desde antes de la Fundación del Mundo. Pero entonces y en el pesebre, un niño al final.

Y si la infancia tiene tal impacto y valor en las Escrituras, no es de extrañar entonces que la Iglesia también dedique no solo su tiempo, esfuerzos y recursos al ministerio infantil, sino porque debería hacerlo. La conocida porción del Shemá Judaica en Deuteronomio 6 habla de la urgente necesidad de la instrucción de los niños, para que la ley, el carácter moral de Dios, no solo esté en nuestros corazones, sino también en los corazones de nuestros hijos.

Nuestro objetivo debería ser poder decir de nuestros adultos en unos años:

«Y que desde la niñez has conocido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.» 2 Timoteo 3:15 NVI

Es por eso que la Iglesia Bautista Antorcha de Salvación pone un fuerte énfasis en llevar el Evangelio a los niños. Prueba de ello ha sido el desarrollo de un programa evangelístico recurrente en la misión en Las Tosas. Un grupo de maestros y misioneros locales han dirigido un programa diseñado con historias bíblicas sencillas para que niños de diferentes edades puedan entender el glorioso mensaje del Evangelio. Algo que les conmueve es también ver llegar a tantos miembros de la familia y escuchar el mensaje, acompañando a los niños. «He servido al Señor en el ministerio infantil durante varios años. ¡Me apasiona este servicio!», nos dice un maestro. «Y algo que siempre vemos con gran alegría es que, quizás como ningún otro ministerio con grupos de edad, los niños son capaces de involucrar al resto de la familia en sus actividades.»

Conscientes del mandato del Señor de «id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15 NVI), y con esperanza en el poder del Evangelio, estos maestros viajan kilómetros para alcanzar a los niños con el mensaje del Evangelio.

Que la verdad esté arraigada en las mentes y los corazones de la Iglesia, que también son nuestros hijos hoy. De ahí, de esa razón, viene nuestro trabajo, nuestro amor, nuestro servicio, nuestra meta.

Gracias por ser una parte vital de este esfuerzo por llevar Vida a los niños a través del Ministerio Infantil. Gracias por su apoyo, su apoyo financiero y sus oraciones.

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